Aquiles
AQUILES
Aquiles, hijo de la diosa Tetis y del mortal Peleo, fue uno
de los grandes héroes de la mitología griega. De todos los que lucharon en la
Guerra de Troya fue el más reconocido. Su papel en la guerra fue decisivo
para la victoria de los griegos, pero eso no significaba que pudiese asistir a
la caída de Troya. Pese a sus cualidades sobrehumanas, Aquiles era mortal.
Aquiles fue educado por el sabio centauro Cirón, que ya había
instruido a otros héroes. Entre otras cosas, Aquiles recibió una formación
intensiva en la carrera, algo que le iba a ser de gran utilidad en el campo de
batalla.
Tetis sabía que su hijo se convertiría en un destacado héroe,
pero también sabía que no llegaría a alcanzar la madurez. Con todo el amor que
le podía dar, hizo cuanto pudo para cambiar su destino, hasta bañar a su hijo
en las aguas de la laguna Estigia que conducía al Averno para hacerle inmortal.
Y casi lo consiguió, pero cuando sumergió a su pequeño en el agua, el talón por
el que le sujetaba quedó fuera del agua yeso provocó que siguiese siendo
mortal. Finalmente fue el “ talón de Aquiles” el elemento fatal para el héroe.
De acuerdo con otra interpretación, ante el estupor del padre del pequeño,
Tetis, trató de hacer inmortal a Aquiles acostándole sobre el fuego durante la
noche y frotando su cuerpo con ambrosía a diario.
La estancia de Aquiles en el refugio no duró demasiado.
Cuando los griegos decidieron partir hacia Troya para rescatar a Helena. Agamenón convenció a Ifigenia para que acudiese al puerto de
Aulis, donde se encontraba la flota, con la promesa de casarla con Aquiles. La
llegada del héroe tuvo que ser planificada con astucia por Ulises que llevó a
cabo la tarea con gran entusiasmo. Entonces se acordó que habría un sonido de
trompetas para dar la señal de alarma, momento en el cual una dama, que sería
Aquiles disfrazado, tendría que acudir a recoger las armas.
Aquiles confirmó su reputación de guerrero despiadado e
indestructible casi de inmediato en cuanto llegó a Troya.

Poco después de esa aventura fue herido con
una flecha lanzada con el arma de Paris, cuyo arco en esta ocasión estaba
guiado por Apolo, que no se llevaba muy bien con Aquiles. El dios se aseguró de
que la flecha acertaba en su única parte vulnerable, el talón.
Tetis y las otras hijas de Nereo lloraron la
muerte de su hijo durante 17 días. Incluso las musas acudieron a su funeral
para entonar un himno de lamento frente a su pira. Después de la cremación, sus
cenizas fueron depositadas en una urna dorada que había sido forjada por
Hefesto y situada en la misma tumba en la que fue enterrado Patroclo, junto al
mar.
Poco después, el mismo Odiseo se encontró con
la sombra de Aquiles en el mundo de las almas, una escena que Homero describe
en la Odisea. El héroe había cambiado de idea y ya no proclamaba aquello de que
había que vivir deprisa y morir joven.
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