El Príncipe Paris
INTRODUCCIÓN
Pese
a ser uno de los protagonistas del ciclo homérico, Paris es presentado en todas
las fuentes con las características de un antihéroe. El honor es para él algo
secundario, tal y como demuestra una y otra vez en el campo de batalla.
Prefiere sobrevivir para gozar de las bondades de la vida a cosechar la gloria
en el combate. Aunque tiene momentos de valentía, suele comportarse de forma
cobarde, huyendo de toda situación de riesgo y dejando que su diosa protectora,
Afrodita, le salve del peligro. Su habilidad con las armas es escasa, y sólo
destaca por el uso del arco y las flechas, instrumentos para herir a distancia,
considerados como poco honorables en época homérica y posterior. El campo que
domina Paris es el amor y la seducción. Todas las fuentes le muestran como un
joven hermoso y delicado capaz de seducir a cualquier mujer, siendo éste un don
de la diosa Afrodita después del juicio de las tres diosas. Como raptor de
Helena, se considera a Paris el principal culpable del estallido de la guerra
de Troya.
NACIMIENTO E INFANCIA
Hécuba,
reina de Troya y madre de muchos príncipes y princesas, se encontraba encinta
cuando soñó que daba a luz una tea encendida cuyas llamas se extendían e
incendiaban toda la ciudad. Siguiendo el consejo de los adivinos y sacerdotes,
el rey Príamo decidió que el niño, tras su nacimiento, fuera expuesto en el
monte para que muriera. Sin embargo, el criado encargado de hacerlo se apiadó
de la criatura y la crió como si fuera un hijo suyo en las laderas del monte
Ida.
De este modo, Paris se
crió como un pastor, ignorando su origen regio. Ya en su adolescencia se
desarrolló su belleza y su capacidad para seducir a todo tipo de mujeres. La
primera en caer ante sus encantos fue la ninfa Enone, con la que Paris mantuvo
relaciones durante años.
EL JUICIO DE PARIS
Mientras
Paris vivía como un pastor, en el Olimpo se celebraban las bodas de la nereida
Tetis y el héroe Peleo. A la fiesta habían sido invitados todos los dioses, con
excepción de Eris, diosa de la discordia. Ésta, enfurecida, se presentó en el
banquete y arrojó una manzana de oro en medio de las diosas, declarando que su
destinataria era la divinidad más hermosa. De inmediato, todas las dioses
comenzaron a disputarse tan preciado galardón, por lo que Zeus decidió delegar
en un mortal la tarea de juzgar quién debía quedarse la manzana. El mortal
elegido fue el joven Paris, al que el dios Hermes le entregó la manzana tras
darle instrucciones de lo que debía hacer.
Una tras otra, las
principales dioses se presentaron ante Paris para ofrecerle sus dones a cambio
de ser elegidas. Hera le ofreció a Paris el poder político y la estabilidad
familiar; Atenea le ofreció el don de la sabiduría; Afrodita, el regalo de ser
amado por la mujer más bella de la tierra. Paris eligió a Afrodita, ganándose
de inmediato el favor de la diosa del amor y el odio de las otras dos. Hera y
Atenea, conocedores de la estirpe a la que pertenecía Paris, juraron odio
imperecedero a los troyanos.
PARIS COMO PRÍNCIPE
TROYANO
El
rey Priamo, para aplacar su pesar por la muerte de su hijo recién nacido,
celebraba cada
año unos juegos funerarios que incluían sacrificios y competiciones atléticas. Como premio, Príamo entregaba los mejores animales nacidos en su reino, por lo que el pastor Paris fue obligado a entregar en la corte un espléndido toro blanco que él mismo había criado. Para recuperarlo, decidió participar en los juegos, resultando vencedor y despertando las iras de los príncipes troyanos. Éstos, enfurecidos, decidieron matar al plebeyo que había osado derrotarlos. Sin embargo, en ese momento intervino Casandra, que gracias a sus dotes como adivina sabía el verdadero origen de Paris, origen que reveló a todos. Priamo, a pesar de la profecía de que aquel joven traería la destrucción a Troya, decidió acoger al príncipe de nuevo en su palacio.
año unos juegos funerarios que incluían sacrificios y competiciones atléticas. Como premio, Príamo entregaba los mejores animales nacidos en su reino, por lo que el pastor Paris fue obligado a entregar en la corte un espléndido toro blanco que él mismo había criado. Para recuperarlo, decidió participar en los juegos, resultando vencedor y despertando las iras de los príncipes troyanos. Éstos, enfurecidos, decidieron matar al plebeyo que había osado derrotarlos. Sin embargo, en ese momento intervino Casandra, que gracias a sus dotes como adivina sabía el verdadero origen de Paris, origen que reveló a todos. Priamo, a pesar de la profecía de que aquel joven traería la destrucción a Troya, decidió acoger al príncipe de nuevo en su palacio.
Paris comenzó a vivir
como un miembro más de la familia real, asumiendo cada vez más competencias en
el gobierno del reino. Cuando se planteó la necesidad de viajar a Salamina para
requerir al rey griego Telamón que devolviera a Hesíone, hermana de Príamo
secuestrada décadas atrás, se encargó a Paris que dirigiera la expedición. Tras
fracasar en el intento de recuperar a su tía, Paris visitó la ciudad de
Esparta, en cuyo palacio real fueronacogidos él yRapto de Helena sus hombres.
El rey de Esparta, Menelao, se encontraba en ese momento en la isla de Creta,
por lo que los invitados fueron recibidos y atendidos por la reina Helena, hija
de Zeus y Leda. Helena era, a decir de muchos, la mujer más hermosa del mundo.
Al verla, Paris quedó prendado de ella. Helena, bien fuera por intervención de
la diosa Afrodita, que pagaba de ese modo su deuda con Paris, bien por pasión
propia, cayó enamorada del joven Paris.
Aprovechando la
ausencia de Menelao, Paris y Helena escaparon juntos de Esparta. En lugar de
dirigirse directamente hacia Troya, Paris y sus hombres saquearon algunas
ciudades de la costa oriental del Mediterráneo, como Sidón, por lo que cuando
regresaron a su patria iban cargados de grandes riquezas. La llegada del
príncipe a Troya supuso una gran conmoción, pues todos conocían las consecuencias
bélicas que tendría el secuestro de Helena. Mientras algunos príncipes y
princesas, como Casandra, pidieron a Príamo que devolviera a la joven a su
patria, otros clamaron para que se defendiera el amor que Paris sentía por
ella. Príamo, confiado en la fortaleza de sus murallas y el número de sus
ejércitos, decidió aceptar a Helena como nuera y asumir las consecuencias de su
acto.
Cuando descubrió la
ausencia de su esposa, Menelao montó en cólera, y exigió que todos los reyes
griegos hicieran honor al juramento realizado años atrás, según el cual todos
se comprometieron a defender al esposo de Helena de cualquier agresión que
tuviera como objeto robársela. En un último intento por evitar la guerra, los
griegos enviaron a Troya un grupo de mensajeros, que fueron despedidos con
frialdad. La guerra de Troya había comenzado.
PARIS EN LA ILÍADA
En
su obra, Homero (link is external) no duda en presentar a Paris como un cobarde
que antepone su propia seguridad y la obtención del placer a cualquier tipo de
consideración con la patria e incluso con su propio honor.
Mientras los griegos
iniciaban los preparativos de la guerra y luchaban para abrirse paso hasta las
costas de Troya, Paris disfrutó de los dones de Afrodita junto a Helena durante
años. A diferencia de su hermano Héctor (link is external), que se preparó a
conciencia para el conflicto, Paris se limitó a ver pasar el tiempo en brazos
de su amada.
Cuando estalló el
conflicto, Paris mostró su cobardía y su incapacidad en el campo de batalla
desde los primeros enfrentamientos. Su escasa fuerza física le hacían un torpe
combatiente, por lo que normalmente se mantenía en segunda fila o en las
murallas de la ciudad, hiriendo a los enemigos desde lejos con su arco.
A sabiendas de su
nulidad como guerrero, Menelao propuso a los troyanos un acuerdo. Él se
enfrentaría a Paris en combate singular a muerte y el vencedor se quedaría con
Helena, poniéndose fin a la guerra. Paris no pudo negarse pese a saber que
Menelao era mucho mejor guerrero que él. En el combate, el rey de Esparta
derrotó con facilidad al joven Paris, que fue salvado en el último momento por
la diosa Afrodita, su protectora, que lo cubrió con una nube y lo llevó volando
hasta el lecho nupcial, donde Helena le aguardaba para consolarle en su
derrota. La huída de Paris invalidó el acuerdo, por lo que la guerra continuó.
En un segundo intento
de ponerse en primera línea de las tropas troyanas, Paris se encuentra con el
rey griego Diomedes, al que hiere con una flecha en el pie antes de huir hacia
la retaguardia.
PARIS DESPUÉS DE LA
ILÍADA
La
tradición es unánime en señalar que Paris fue el responsable de la muerte del
héroe Aquiles, bien por si mismo, bien porque el dios Apolo guiara su brazo.
Paris empleó su arma, el arco y las flechas, para herir a Aquiles desde las
murallas, alcanzándole en el talón, su único punto débil.
El mismo Paris murió
también debido a una herida de flecha, lanzada por el héroe Filoctetes, antiguo
compañero de Herácles y heredero de su arco. Aunque la herida no era en
absoluto mortal, las flechas de Filoctetes estaban emponzoñadas con un poderoso
veneno, que poco a poco fue minando la salud del príncipe troyano. Sólo una
persona podía salvar a Paris, la ninfa Enone, su antigua amante. Éste, pese a
las súplicas de Helena, se negó a curar al que la había abandonado años atrás,
por lo que Paris murió entre atroces dolores. La propia Enone, arrepentida de
haber actuado así, se inmoló en la pira en la que ardían los restos del
príncipe troyano.
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