¿Porqué los historiadores saben que hubo una guerra en troya?
El 24 de mayo de 1873, el arqueólogo alemán Heinrich
Schliemann anunció públicamente el descubrimiento de la mítica ciudad de Troya,
aquella que la ciencia europea del “siglo de las luces” había desterrado de la
realidad histórica hacia el mundo de la fantasía. Schliemann fue un estudioso
con don de lenguas (a los 33 años dominaba 15 idiomas) que logró amasar una
fortuna personal para luego dedicarse a la historia antigua y la arqueología.
En 1868 se embarco hacia Grecia con los poemas de Homero y la descripción de
Pausanias bajo el brazo, a buscar el palacio de Odiseo en Ítaca, el palacio de
Agamenón y las murallas de la Troya de Héctor, Príamo y Eneas.
Pese al pesimismo de sus colegas de la época, Schliemann
siguió la pista de la ruta de Odiseo y descubrió en Hissarlik (palabra que
designa lugar de la fortaleza en turco debido a su ubicación sobre una colina),
Turquía, las ruinas de una arcana ciudad que testimoniaba pretérita gloria y
poderío sobre el Asia Menor durante la Edad del Bronce, siglos en los que las
poderosas monarquías llamadas micénicas gobernaban la Grecia continental.
Apresurado por llegar al palacio de Príamo excavó sin mucho cuidado en las
capas superiores (estratos de ocupaciones helenísticas y romanas) para alcanzar
los yacimientos más antiguos. El resultado fueron siete distintos yacimientos o
reconstrucciones de la ciudadela, algunos más visiblemente prósperos que los
demás.
En el más rico de ellos (correspondiente a Troya II) encontró una
colección de objetos y joyas de oro a las que llamo El tesoro de Príamo
interpretando que era ese estrato el correspondiente a la mítica guerra.
Comentarios
Publicar un comentario